lunes, 28 de septiembre de 2009

REGRESO A LA UNIVERSIDAD Y TIEMPO DE MEDITACION

En noviembre de 1992 realicé los trámites necesarios para mi reingreso a la Universidad de Lima y así poder reiniciar mis clases en el verano siguiente. Estaba decidido a concluir mi carrera. Desde la primera clase que tuve, noté rápidamente la espontaneidad de los compañeros en el aula, es decir, respiraba del fresco ambiente universitario, en comparación con la formalidad de las cosas que en los años pasados había vivido. Podía ver la preocupación de los profesores, para con el alumno, y la preocupación del alumno por sacar provecho a su tiempo. Fue, como volver a tener entre las manos un tesoro perdido y en poco tiempo recuperé mi espíritu libre, que se había opacado con la presión y rutina del trabajo. Conocí gente muy alegre, y por cierto muy joven, de los que me queda un grato recuerdo.

Para ponerme al día, y retomar el ágil ritmo universitario, fue necesario que ponga de mi parte, estudio y empeño. Vienen a mi mente remembranzas de profesores y amigos que veían con buenos ojos el esfuerzo que realizaba para llegar al objetivo que me había trazado, de concluir mis estudios, luego de muchos años de receso. Todos aportaron comprensión y aliento para darme fuerzas en el logro de mi meta.

Paralelamente al estudio, conseguí un empleo como vendedor de intangibles, en la AFP El Roble. Allí trabajé desde el lanzamiento al mercado del nuevo Sistema de Pensiones. Para ello, recibí una exigente preparación sobre la Ley de las AFPS, y así obtuve el código permanente que otorgaba la Superintendencia de AFPS y que me autorizaba afiliar trabajadores para el sistema. Para cumplir con éxito mis tareas como vendedor, me comuniqué con mucha gente y establecí relaciones de amistad. Me convertí en una persona activa y descubrí que sentía mucha alegría cada vez que formalizaba un contrato. Ahora llevaba un estilo de vida diferente, donde no había lugar para el tedio ni la rutina. Mi espíritu de servicio fue fortalecido porque tuve tiempo para activar mi vida social, y así al mismo tiempo que trabajaba, no descuidaba mis obligaciones en casa y en la Universidad.

Muy a mi pesar, tuve que salir de El Roble. Nunca quedé conforme con la evaluación que se hizo y la invitación al retiro que me hicieron, pero aquí descubrí, que el medio del vendedor es duro; donde muchas veces prevalecen las malas artes, tanto para conseguir clientes, como para ascender en la carrera. En estos días al enterarme que mi cuñado Yolvi conseguía ser distribuidor de materiales de construcción, le pedí irme a trabajar con él. Su empresa, recién iniciaba sus operaciones en la distribución y comercialización de productos industriales. Trabajé en PROINDESA como asistente de ventas, donde a pesar que no ganaba mucho dinero, conseguí que aparte de ello, me pague la Universidad, como una forma de devolverme un dinero que me había pedido prestado antes.

Cuando creía tener el apoyo necesario para poder llevar a buen término mis estudios, Yolvi perdió la distribución de los productos de PROLANSA, y la empresa cerró al poco tiempo. Ello y problemas familiares, que nunca faltan, me produjo inestabilidad, y decaimiento moral, por ello, tuve una recaída en mi enfermedad, era enero de 1995.

Es conveniente a estas alturas del relato que cuente algo sobre mis recaídas, porque parecen presentarse cuando se vulnera mi seguridad. El diagnóstico brindado por los doctores que me tratan en ESSALUD fue: Trastorno Emocional Bipolar Afectivo. También me han dicho que su evolución es favorable, siempre que, me controle regularmente y tome los medicamentos, que según opinión de los médicos, debo tomar de por vida, aunque felizmente, en dosis muy bajas. Recién en éstos días comprendí que esta enfermedad mental es como cualquiera otra, de la que no hay que avergonzarse, y menos tener que ocultarla, como si fuera algo indigno.

Fui atendido ésta vez, directamente, en el Hospital Rebagliati de ESSALUD, y lo importante fue que me repuse rápidamente. La atención que me brindaron allí fue muy buena y oportuna, de esta manera, salí rápido de la crisis. A ESSALUD, le conviene que el paciente salga rápido y deje el sitio para otro asegurado, cosa que no ocurría en las clínicas privadas afiliadas, porque le cobraban al Seguro por tener y retener al paciente. También aprendí, que cuando uno conoce su enfermedad, y coopera con los médicos y personal del Hospital, siguiendo sus indicaciones, la recuperación es más rápida; aprendí también, que una vez que uno está fuera, no puede descuidar el tratamiento, para así tener la enfermedad controlada.

Al terminar el verano de 1995, decidí utilizar el último recurso económico con que contaba y vendí un terreno, que había comprado durante mi permanencia en el Banco de Crédito. Ello me permitió afrontar mis gastos y concluir la Universidad. Pasó el primer semestre del año para recuperarme totalmente y así pude matricularme en agosto. Aprobé todos los cursos y en el verano del 96 llevé el curso de Estudio de Inversiones, que era el último para concluir mi carrera. Superando éstas dificultades y contando con la comprensión de amigos y profesores, opté el grado de Bachiller en Ciencias Administrativas. Al lograrlo tuve mucha alegría y felicidad, así como sentí a la misma vez un gran alivió y satisfacción, que sólo la conocen los que han realizado el esfuerzo.

Cumplidos mis primeros 40 años de vida, en mayo de 1997, y con mi título de la universidad bajo el brazo, pasé por la dificultad de conseguir un empleo estable, mientras tanto, empecé a materializar la sugerencia del Dr. Ricardo Petrovich, quien me atendía en el ESSALUD, acerca de escribir mi autobiografía, como una oportunidad de revisar el pasado, y especialmente, para no caer en los mismos errores, que a uno le acechan.

Del análisis reflexivo realizado hasta la fecha, pude sacar en conclusión, que la vida hay que afrontarla cada día con valentía. Hay que tener en claro lo que es conveniente y evitar todo lo que pueda hacernos daño. Debemos saber, sin embargo, que sólo aprenderemos con el error, con la caída, con la desilusión, con el desengaño. Y sólo lograremos la serenidad propia de la madurez, cuando comprendamos que cada cosa que le sucede a uno, tiene su razón de ser, y que siempre hay que estar atento, para saber cual camino seguir, debido a que siempre hay más de un camino, y debemos tratar de elegir siempre el mejor, y que generalmente éste es, el que la conciencia nos señala como el correcto.

Aprendí, que cada época trae nuevas amistades, con las cuales se comparten muchas veces las mismas inquietudes. Así, desde 1994, participe en muchas de las actividades de la Parroquia alemana San José de Miraflores donde el Párroco Wolfgang Klock se convirtió para mí, en un buen amigo y consejero. Me he dado cuenta que el servicio al prójimo es lo esencial para salir de lo fútil y trivial de cada día, y que cada uno puede dar a otros, refugio y esperanza. La experiencia que uno va acumulando, va acrecentando el conocimiento de la vida y de si mismo; para así poder lograr la sabiduría que permita el logro de la perfección y así poder llegar a Dios.


En la Iglesia, conocí a personas buenas, como Teresa Barreda, Hilde Becker, Lucy Justo de Vivas, Rainer Binek, entre otras. Con ellos compartimos muchos momentos como por ejemplo, el rezo de los laúdes cada mañana a las 7:45 a.m. Esta fue una práctica habitual que mantuve por varios años.

Con Rainer, un peruano de origen alemán, mantuvimos amenas conversaciones en su casa y gocé de su espontaneidad, sinceridad y generosa hospitalidad. Fue un buen pintor y mejor amigo; falleció el 16 de Agosto de 1998. Él fue el mayor crítico de mi vida, pero siempre respetuoso de mi forma de ser. Él me impulsaba con su ejemplo a tener valor en el camino que debía seguir. Su mejor lección fue la simpleza de la vida, y el gozar del momento presente, esforzándose por el bienestar propio y el de la familia. En mi mente queda grabada su palabra imperecedera. Sus pinturas, viven en mi recuerdo, en un mundo de armonía y color. Su esposa, Pilar y sus hijos Rainer y Erwin, completaban la familia a quienes consideraré como buenos amigos.

Así mismo, desde el verano de 1998 practiqué, cada sábado a las 6:00 p.m. meditación ZEN en la Parroquia, con un grupo; y sólo dejé de asistir a principios del 2002. Ella era dirigida por el p. Wolfgang y luego de su práctica de dos horas, solíamos ir a tomar un refresco o alguna comida en un restaurante vegetariano. La práctica Zen, me sirvió para lograr tranquilidad de conciencia, y serenidad en la toma de decisiones; además me permitió adquirir buenos hábitos, tales como buena postura, adecuada respiración; y el estar consciente del momento presente.

También cada cierto tiempo, realizo una rutina del Hata Yoga, como una forma de mantenerme saludable, y que aprendí varios años atrás cuando asistí por espacio de dos meses a un curso de yoga, que ofrecía, un grupo de la gran fraternidad universal, y que quedaba, en la cuadra 10 de la avenida Larco en Miraflores.

En octubre del mismo año, empecé a realizar un sueño que había querido realizar tiempo antes. Me refiero a la disciplina de practicar el Jogging diariamente. Anteriormente, intenté tomarlo como una rutina, pero varias veces la abandoné; ora por desidia propia ora por tener que depender de otra persona para realizarlo.

La verdad, que no es fácil habituarse a algo, que en lo más inmediato nos exige esfuerzo y dedicación. También, en éste caso, es un obstáculo, el malestar que trae al cuerpo inicialmente. Decidí correr por las calles de mi barrio, de lunes a viernes. Para ello tuve que cambiar mi rutina. Me acostaba, muy temprano, como a las 9 de la noche y me levantaba antes de las 5 de la madrugada, porque a las 5.30 estaba ya saliendo a recorrer las calles e iniciar un nuevo día.


Quiero narrarles algunas cosas que me llamaron la atención durante el tiempo que realicé ésta práctica. Lo que más me sorprendió en un inicio, fue apreciar, la gran cantidad de personas que hacen deporte a ésta hora de la mañana, lo cual se constituyó, en el acicate para continuar por un buen tiempo con esta actividad. La constancia de las personas que lo practican también es sorprendente. Casi siempre son las mismas personas y casi siempre éstas cumplen con su rutina que se imponen a sí mismos. Dentro de este grupo de personas, hay sin embargo particularidades que observé. Por ejemplo, hay quienes se dedican a caminar, otros a correr, a pasear en bicicleta, andar en skate. Estas personas, además, casi siempre realizan alguna actividad conjunta; o bien la realizan con alguna compañía; otros escuchan música, otros llevan pesas en las manos o alguna barra, hay quien lleva una soga, hay quien lee un libro y alguno que corre y canta modulando su voz. Dentro de los que van en compañía los hay que van con su pareja, en grupo de a tres, o quienes llevan a su mascota, generalmente, su perro.

Todos estos personajes de la mañana parecen desfilar, resueltos a conservarse en forma y a ganarle horas a la mañana. En lo que a mí respecta, también realizo una actividad conjunta muy particular, porque una vez que llego al malecón, que se encuentra al final de la avenida Pardo, realizo meditación, y relajación durante diez a quince minutos, para luego repetirlo antes de irme; sentándome en una banca, en posición yoga, mirando al mar.

Aquí, muchos de mis sueños y fantasías venían a mi mente; también muchos rezos y oraciones iban y dirigía hacia la divinidad; pero a pesar de que me he encontraba muy a gusto practicando ésta rutina, luego de un tiempo la suspendí; hasta abandonarla por completo, debido a una molestia a las rodillas, fruto quizás de una práctica excesiva para un principiante. Hasta la fecha no he podido reiniciar la práctica, en parte, porque ya no vivo cerca de las playas de miraflores, que siempre son un buen incentivo para practicar deportes.

Por otro lado, a pesar de tantos traspiés en la vida, aún deseo alcanzar el éxito y estoy convencido de que lo lograré. Principalmente logré, lo que ansiaba al salir del Banco; ahora tenía equilibrio en salud, mente y cuerpo, lo cual debía aprovechar. Siempre supe, que mi presencia es siempre bien estimada por las personas. Las personas valoran de mí la sinceridad al decir las cosas, o mis silencios. El desarrollo personal y profesional está ligado a mantener una actitud constante en función del servicio hacia los demás. Por otro lado, el saber que ayudé a mantener la salud de mi madre y la de Rafael, mi hermano, quienes vivían conmigo, fue mi sostén y apoyo, y me enseñó, a sentirme útil y entender cómo salir de las dificultades de la vida.

En este momento no pienso en la muerte, pero creo estar más preparado para enfrentarla si hoy se presentara. Espero que el encuentro con el Divino Ser, sea en un día de verano, alegre y festivo, con el acompañamiento del cantar de algunas aves, cuando gozoso observe una puesta del sol. Quiero que sepan y lo sabrán aquel día, que siempre quise lo mejor para los demás. Espero en el Campo Santo, al pie de mí tumba, como última voluntad se lea un epitafio, que rece: "Aquí yace en paz quien en vida buscó la paz y hoy la encontró". Pienso que la vida es bella, pero pienso que la otra, o la continuación de ésta será mejor. Para merecerla espero lograr algún día la sabiduría y la perfección. Sin embargo, espero vivir con la ayuda de Dios, aún muchos años, como premio a mi esfuerzo y lucha por salir adelante.

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