lunes, 28 de septiembre de 2009

NUEVA OPCION EN EL NUEVO MILENIO

Una mañana, nublada y serena, presentó Lima, en la víspera del nuevo milenio, que contrastaba con el despertar de otros países donde se habían organizado bailes, y espectáculos de luz y sonido. En la mañana del primer día del 2001, me di un gran susto al activar mi computadora y ver que no ingresaban los programas. Creí verme envuelto en el Y2K, o la falla del milenio. Felizmente fue una coincidencia pues luego, todo se arregló. He sacado la conclusión que no debo preocuparme mucho en predicciones futuras, porque hay que dejar que el futuro se resuelva a sí mismo.

Hay algo que siempre he mantenido en reserva, y creo que ahora es tiempo de contarlo a los demás, porque en el transcurso de estos años lo he aceptado plenamente, y también porque deseo ser sincero con muchas personas, a quienes considero amigos y especialmente, porque me permitirá ser libre y sincero, ante los demás.

Como más de un lector supondrá y muchos de los que me conocen también, quiero contarles que en el transcurso de mi vida he desarrollado o mejor dicho descubierto, preferencias homosexuales. Saberlo y sin poderlo contar a nadie, siempre representó para mí un fastidio o por lo menos una incomodidad. Tan sólo los doctores, a quienes me atreví a contarles ésta realidad, me hicieron comprender la importancia de aceptarme a mi mismo. Me hicieron saber, que el hecho de no haberlo aceptado antes, fue sin duda, la causa principal de mi inestabilidad emocional, pues al reprimir y reprobar, algo que yo deseaba, me hacía sentir mal conmigo mismo.

También me ayudó a comprender mi estado, el relacionarme con personas que tienen iguales sentimientos, y así, ya no estar aislado, como lo hice en el pasado. Aprendí, que no es tan difícil aceptarse así mismo, como una persona que tiene diferencias; y más bien lo difícil, es desprenderse del juicio de los demás. El beneficio que brinda, el conocerse uno mismo, es fundamental. De ello dependerá, nuestro equilibrio. Reconocerse como uno es, implica comprenderse así mismo; y no verse como un ser inferior, sino como una persona normal, con sus aciertos y limitaciones. Los gustos, preferencias y deseos son estados íntimos u opciones, muy personales. Nadie tiene derecho a juzgarnos por ellos. Nadie sabe cabalmente lo que le sucede a los demás; y menos aún, las causas y circunstancias que lo rodearon a uno, para que llegue a ser así.

Cuando uno elige estar con alguien debe llevar una vida responsable. Sin embargo, para que ello suceda, debe tener cuidado al relacionarse con los demás. Por ello, es imprescindible buscar una relación estable. El elegir entre personas que son parte de esta comunidad, no es siempre fácil. Por un lado, al principio se presenta el riesgo de ser promiscuo. Por otra parte, existen otras limitaciones, en cuanto a que cada uno lleva sus temores, unos por ser descubiertos; o por considerar, el daño que uno pueda causarle a su familia, lo cual está muy ligado a la ignorancia y discriminación de nuestra sociedad. En éste aspecto nos encontraremos con personas de opiniones divergentes. Hay quienes son tolerantes y otros quienes son intransigentes. Existe el sacerdote católico que te comprende y otro también católico que te rechaza y no te quiere nisiquiera confesar. Existe el amigo que te acepta y aquel que no te vuelve a hablar. Existe el familiar que le importas como persona y te escucha, y otro quien habla detrás de ti. Así la sociedad juzga y se protege contra lo que cree es una amenaza, sin comprender que en la historia han habido cientos de personas nobles y buenas, de ésta tendencia. Personas famosas o no, pero siempre, personas que llevaron su vida con dignidad, y que muchas veces, hicieron de su sufrimiento, un perfeccionamiento continuo. Aceptarlo, e ir contándolo a algunos amigos, me dio más libertad para relacionarme abiertamente con personas. Con ellas, compartí buenos momentos e intereses comunes.

El primer paso que tomé, fue confesar éste escrito a quien es mi amigo más cercano, en el terreno espiritual, el p. Wolfgang, quien supo darme orientación y el aliento que necesitaba. Pienso que él, intuyó desde hacía mucho tiempo mi situación, pero como muchos, que me quieren, no me decía nada por consideración hacia mi persona. Quería aclarar algunos fundamentos religiosos, en el sentido de saber si esta condición, es un impedimento para poder llegar a Dios. También, para sincerarme y decirles a quienes amo, como soy, y no seguir dando una imagen diferente.
Pienso que los valores de una persona, son muy aparte de lo que son sus deseos. Por otra parte el querer a alguien del mismo sexo, no puede ser esencialmente malo. Lo que sí me parece mal, es a sabiendas que uno es gay, tener una unión con una mujer, que luego traerá peores consecuencias. Está claro que una conducta promiscua en el campo sexual es totalmente negativa; pero ésta también se puede dar en parejas heterosexuales. La amistad y relación que se lleve de forma sana, en parejas de cualquier tipo, creo no es cuestionable.

Para mí fue difícil soportar la acusadora mirada de quienes alguna vez me vieron conversar en la calle con algún gay. Algunas personas se creen con derecho de juzgar a otros, y parecen tener lista la piedra en la mano, para arrojarla; pero muchas veces son ellos quienes tienen el criterio errado, creyendo poseer la verdad y creyéndose ser superiores; actuando en forma algunas veces mal intencionadas y, cuando menos, prejuiciosa.

A partir del año 2,000 conocí a varias personas con estas preferencias, y aunque no quiero describirlas ni mencionarlas por sus nombres, contaré que dialogué, con ellas sobre nuestras inquietudes y deseos; esto, lo realizamos generalmente vía E-mail o por Chat. El Internet, es una herramienta de mucha utilidad, por la disponibilidad de información que brinda, y, porque efectivamente, puede ser un vehículo de cultura y acercamiento entre las personas. Está en uno seleccionar lo conveniente de lo inconveniente; educarse o corromperse; y en ello reside lo bello de la libertad. Uno tiene para elegir, uno se hace responsable. Debemos procurar alimentar el alma con todo aquello que notemos nos nutre, con todo aquello que pueda servirnos en nuestra relación con los demás. Con todo lo bueno, y que nos haga bien.

Soy consciente de que el alma humana es muy compleja. Que tal vez no haya un alma buena o un alma mala. Tal vez, nos comportamos en forma diferente, según sea la ocasión que a cada uno le toque vivir. No se puede por ello juzgar a las personas, ya que cada uno tiene una escala de valores diferente, diseñada por sus circunstancias, y que le es muy particular. Lo que para mí es bueno tal vez para otro sea malo y así también a la inversa. Por ello debemos ser tolerantes con el pensamiento de los demás. Discrepo con los que se oponen siempre ante algo o contra alguien, y que sólo ven lo negativo. Con ellos prefiero no discutir. Son personas sesgadas y que tienen una visión respetable, pero que no tienen porque imponerla a los demás. Considero que la apertura a otros sistemas de pensamiento es buena, aunque no necesariamente debemos adoptar todo lo que se nos presenta ante nuestros ojos.

Comunicarme con alguien, con la palabra escrita, cuando hay un barrera, de por medio es una magia, lo cual me permite darme más, e ir conociendo a la persona poco a poco. Esto lo he comprobado estableciendo una nutrida correspondencia llena de afecto con algunas personas, dándonos a conocer con mucha sinceridad con el continuo conversar e interesarse por el otro; y así, la distancia, en vez de ser un obstáculo, fortalece y puede llegar, a crear lazos fuertes.

Me gustaría algún día poder atravesar la barrera del querer, al amar. Querer para mí es bastante. No a todos se les quiere, y tal vez a casi nadie, se le ama. El amar a alguien es algo más complejo e implica más allá de lo pasajero, momentáneo, e instantáneo. Uno ama intensamente y el riesgo es decepcionarse luego de la persona; o peor aún perder ese amor. Mejor es querer, como manteniendo un nivel estable y no el amar, que implica algo fuera de lo normal y más intenso, que puede llevar a un desengaño muy grande; por ello, no me gusta amar mucho a nadie, y esto, para no sentir luego, la carencia de la persona que se ama, como me sucedió con mi padre, cuya ausencia me golpeó demasiado y la cual, me costó mucho tiempo el superarla. El amar excesivo no es bueno. Tal vez querer y hacer el bien a alguien, ya es bastante. Creo que pocas personas pueden amar; y sobre todo soportar luego la falta de ese amor. Para mí, amar significa comprometerse incondicionalmente y siempre, cosa que no sé si lograré algún día con alguien, porque cuando veo que el amor daña, me aparto.

El estar cerca de alguien, despierta mucha expectativa, que muchas veces no se puede corresponder debidamente. Me gusta el hecho de poder conocer a las personas con el tiempo y no que la relación se de en una forma inmediata y abierta; porque de esta forma, en las más de las veces, hay malentendidos fruto del choque, la fricción o desconocimiento del otro. De las amplias y amenas conversaciones con personas gay, he visto, que muchas de ellas, poseen un gran sentido humano; y que como todo mortal, poseen muchas virtudes y defectos. Tienen también, casi siempre a cuestas, una experiencia dolorosa, pero como alguien me lo recalcó en una carta: "todos los golpes sirven para hacernos más fuertes".

En ocasiones, me he envuelto, con algún compañero en un mundo alucinante, delirante; donde cada gesto, cada caricia, cada toque ha sido un éxtasis que lleva a tocar el cielo y querer permanecer en él. Me agrada saber que puedo satisfacer plenamente a alguien, como un ser muy especial, un hombre pleno, igual a mí; que también me llena y sabe cómo hacerlo, con sus besos inmensos, de locura y sus caricias tiernas, como dándome valor de comprenderme a mi mismo, que me acompaña en los momentos intensos, donde los colores y matices se hacen claros, y en donde se puede percibir la sensualidad tan rica y tan viva que tenemos; en donde los ojos expresan mucho y me dicen que si se quiere, lo ansiado llega y hace permanezca en nuestro recuerdo; más allá del camino que tomemos luego, señalándonos aquello que está bien, lo que nos gusta, que permitimos y, de ésta manera, nos ayuda a conocer nuestros deseos más íntimos, escondidos, y que brotan a flor de piel, en su frío sudor o en mi intenso rubor, que me sacude; y que luego permanece en mí como aprisionándole, como acompañándome el resto de los días y que me hace anhelar su presencia, su locura, su juvenil presencia y su tierna inocencia; que no es tal sino una sabia comprensión del ser humano, de sus deseos íntimos, de lo que nos acompaña dentro y que a veces no exteriorizamos, por temor, pero que hay que ponerlo en su cabal sitio, porque es parte de nosotros mismos.

De estas personas, sólo quiero mencionar a una, una muy especial, que la conocí gracias a la casualidad, en el Chat; a ella le debo mucho de lo que hoy he conseguido en cuanto a una producción literaria constante; y a su ayuda para el conocimiento y aceptación de mí mismo. Me refiero al mejor chavo de Coahuila en México, mi amigo, Felipe de Jesús Rodríguez Lara. Con él nos escribimos desde marzo del año 2000, casi semanalmente, y estamos pendiente uno del otro. A él, como a nadie, le he confiado muchas de mis cosas y casi todos mis escritos.

No sería justo que no lo mencionara, porque en el corto tiempo que nos conocemos, ha despertado en mí un alma de poeta que ahora canta y sabe cantar a la vida. Ha despertado también, mis sentimientos y mi interés por ser y hacer feliz a alguien. Por ello le he dicho más de una vez que le quiero, que lo amo, porque vale y vale mucho, por su gran corazón y no dudé en nombrarlo como mi mejor amigo del año 2000, quien más se preocupó, con quien más conversé y quien más me entregó, su valioso tiempo, para compartir ideas, sentimientos y el conocimiento uno del otro.

Me parece que cada uno puede ser responsable dentro de su mundo y hacer de ese mundo un lugar digno para vivir y encontrar la felicidad, que no puede estar reservada para determinadas personas, con determinadas características. No quiero vivir siempre tras una cortina que me impida ver la luz. La sociedad nos obliga a cosas que nos atan sólo porque nosotros les hacemos caso. Tal vez creer en si mismo, en lo que uno hace, nos llevará a vivir más adecuadamente. Espero que con el tiempo pueda ser comprendido por mi familia, y amigos a quienes quiero mucho.

Hoy en día, aún me es difícil tener en mi entorno a personas que compartan mis mismos sentimientos, pero llegará el día en que lo haré con el convencimiento y fruto del conocimiento, del alma humana; y los que estén a mi alrededor, tendrán que aceptar mi opción, mi decisión; porque si no es así, sabré que no comprenden realmente o no están capacitados, a entender lo que es el deseo y libertad del otro y su felicidad; contra lo cual no podré hacer nada, tan sólo mi silencio, mi comprensión, mi amor.

Cuánto me gustaría llegar al día, en que la sociedad haya cambiado, y que se den cuenta, de que lo que ellos juzgan, es irrelevante para el otro, porque lo que se está poniendo en tela de juicio es un valor; y que sólo a uno mismo, le compete el apreciarlo, porque es fruto de su propia experiencia, de su ser. Es difícil hacer empatía con los demás; uno mismo a veces no la hace. Por ello no podemos exigir que todos tengan la capacidad de hacerla, y comprender este mundo, tan complejo, pero que a pesar de tantos problemas, siempre se encuentra algo lindo o alguien por quien luchar o sentir.

En la vida, casi todos pasamos por las mismas experiencias. Todos tuvimos alguna vez una caída. Nadie en la vida atraviesa un campo de rosas. La vida es de lucha y es de esfuerzo. La vida no te ofrece nada, si tú no se lo reclamas y luchas por ello. Todo es posible si uno se decide a lograrlo. Todo se logra, si se empieza y se toma la determinación de conseguirlo. Allí está lo importante, en fijarnos metas cuyos frutos trasciendan nuestras personas. Muchas veces me pregunté, para qué tanto trabajo y esfuerzo, si uno no ve una recompensa a futuro, recuerdo el día que renuncié a un puesto estable para dedicarme a realizar lo que más me gustaba: ser libre.

Hoy en día aún me escribo con Felipe y me gusta mucho, poder conversar con él porque puedo tener casi un confidente de todo aquello que me preocupa y de todo lo que deseo en éste mundo. Es casi la única persona a la que he confiado, casi la totalidad de mi vida, y es quien más conoce de mí.

La poesía, me ayuda, a resolver muchos problemas; con ella resuelvo mis sueños, mis fantasías, mi mundo interior. El saber que llego a otras mentes por medio de la difusión de mis poemas, me encanta, me anima; porque me doy cuenta que soy útil, y que muchas veces, le llevo esperanza a alguna persona desconocida. El anfiteatro del parque Kennedy en Miraflores, me sirve de tribuna una vez por semana los días viernes. Una sonrisa, un apretón de manos, un felicitación es el estímulo que me ayuda, semana a semana, a intentar ser mejor. En el 2002 también pude poner mis poemas en una página Web del Internet, cuya dirección ha cambiado a:

Vivir para los demás y regalarles un poco de mi sonrisa, es la clave actual de mi vida. Al compartir penas y alegrías, me hace más rico. Ya no sólo seré feliz por mis éxitos, sino también del éxito de los demás. Me volvería loco si pensara que soy un fracasado porque no logré esto o aquello, y ello no tendría sentido. Ahora comprendo que se puede ser feliz, al saber que alguien a quien tú quieres, logró algo.

Y así, tengo paz porque espero confiado el día de mañana. Tengo paz porque tengo alegría en mi corazón. La paz me ha transformado y con ella transformaré al mundo. Pero lograr y mantener la paz exige un sacrificio. Esto es conformarse con poco, con lo necesario. Conformarse con lo que se tiene. Exige renunciar a utilizar métodos inapropiados para lograr las cosas. Exige aceptar a los demás tal como son. Exige a uno mismo ser leal consigo mismo. No podemos engañar a los demás creando falsas expectativas. Debemos ser y tener un actuar ético. Para mí, la paz, es un valor o estado del ánimo muy importante. Sin ella todos nuestros esfuerzos son vanos. Sin ella no logramos conciliar el sueño. Sin ella no somos felices. Alcanzarla, toma su tiempo. Durante la juventud se producen muchas luchas y conflictos que nos perturban. Está en nosotros enfrentar apropiadamente éstas luchas. Nada debe entusiasmarnos demasiado; ni ninguna tristeza debe colmar nuestro corazón. Sé que hay golpes fuertes en la vida y a veces debemos convivir con ellos, con el dolor, que son etapas, que a todos nos tocará vivir.

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