jueves, 22 de enero de 2009

LA ABUELA JOSEFINA

Vivía con nosotros, la abuela Josefina, mamá de papá, de la que tengo un grato recuerdo. Ella atraía a casa, la visita de tíos, primos y parientes en general. La abuela Josefina, estaba marcada por el mal carácter. Al margen de ello, amaba a los suyos y los protegía a su manera. Su vida fue bastante dura, y quedó huérfana tempranamente. Tuvo dos compromisos. El primero con Mariano Delgado de la Flor, con quien tuvo dos hijas: Francisca y Marcela. Luego con Juan Luis Yrivarren de la Puente, mi abuelo; con quien tuvo cinco hijos: Encarnación, Pilar, Juan Luis Rafael, Miguel, y Luis.


La abuela era de amores apasionados, y si se tenía que estar a su alrededor, era preferible estar en gracia con ella. Era poco demostrativa en sus afectos y amores; y sólo lo hacía, con sus preferidos, pero aún así, dosificaba sus amores. Recuerdo, que para demostrarle cariño a uno, nos regalaba tan sólo una galleta, de una caja, que tal vez la había recibido de regalo, en su cumpleaños o en Navidad, y que guardaba celosamente, al lado de su cama; lugar donde pasaba gran parte del día.


Su habitación quedaba, en el medio, de un pasadizo largo. Desde su lecho, llevaba el control de quienes transitaban por él. Cuando mis amigos visitaban la casa, atravesaban agazapados, delante de su cuarto, para evitar tener que detenerse ante ella, saludarla formalmente, ser objeto de sus preguntas e inspecciones y por último tener que darle, un beso en la mejilla.


La abuela, era descendiente de franceses por parte materna. Sus apellidos son Abeo Euvrard. Sus vivaces ojos verdes, conservaban la altiva mirada, de quien sabía, llevaba sangre europea. Siempre recordaba canciones y costumbres francesas, enseñadas por su madre. Ella decía, que uno de sus ancestros, llegó al Perú, como médico fundador, de la clínica Maisón de Santé.


De los hermanos de Josefina, tengo presente el recuerdo, del tío abuelo Armando, quien nos visitaba a menudo. Él era el menor de sus hermanos. Era muy risueño y alegre; tenía como oficio la carpintería. Siempre nos visitaba solo, a pesar de que era casado. Nunca demostró rencor en contra de su hermana, a pesar de que ella nunca aceptó su matrimonio con una mujer de piel morena. De sus otros hermanos, todos varones, recuerdo lejanamente al tío abuelo Carlos y también a César.

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